Obra social El Carmen, una historia de solidaridad desde 1978.

En 1978 se creó la Obra social El Carmen, en la parroquia del mismo nombre. La iniciativa fue del Padre Fructuoso Aisa y de los grupos cristianos que colaboraban en la iglesia y que encaminaron sus inquietudes sociales en dar servicio a los más desfavorecidos, dentro de la labor de asistencia social que realizaron muchas parroquias de barrio en Zaragoza durante el periodo del tardofranquismo y la transición. El comedor social se inauguró el 27 de noviembre de aquel año, coordinado por el Padre Roberto Barreneche.
Para el imaginario colectivo de Zaragoza es un lugar común la fila de personas sin hogar en la calle Santa Ana al mediodía, es la entrada del comedor social de la Obra social El Carmen. Esa entrada también es un paso para el cambio de las personas que se acercan allí. Cuando acuden a por un plato de comida los usuarios y usuarias son identificados para que puedan volver en días posteriores, ahí se realiza una pequeña entrevista en la que se intentan detectar las necesidades que pudiera tener la persona y así iniciar planes de acción con ella. María Rivas Borderas lleva casi veinte años ejerciendo como trabajadora social en la Obra social El Carmen -directora del centro de educación infantil y coordinadora de los proyectos de apoyo escolar y colonias de verano- y nos comenta cómo pasaron de preparar bocadillos para los transeúntes a finales de los setenta y ahora “no tenemos necesidad de hacer campañas de sensibilización, ya que somos una entidad muy conocida en la ciudad”. No solo desde el comedor social se capta a las personas que se benefician de su labor, también realizan atención a gente derivada desde instituciones o por acuerdo con otras organizaciones.
Sus proyectos, diecisiete en la actualidad, se dividen en tres áreas: acogida, acompañamiento y reinserción. La experiencia del día a día de un grupo de trabajo cohesionado y en continuo diálogo les hacen abrir las distintas vías de actuación; son ocho trabajadoras sociales, tres educadoras, una auxiliar, además de dos personas de mantenimiento, dos de cocina y un contable, coordinados por un religioso de la congregación de los carmelitas que regentan la parroquia, el Padre Ramón Maneu. Por otra parte, estos profesionales llevan la labor a cabo gracias a los voluntarios y voluntarias que coordina Antonio de la Vega. Y así es como son capaces de dar atención a más de cuatrocientas personas a diario en distintos aspectos de vulnerabilidad a los que se enfrentan, desde darles un hogar, un lugar donde descansar, un espacio en el que educarse, alimentarse o rehabilitarse para igualar las desigualdades sociales y acercarles a la igualdad de oportunidades.
“En 2005 abrimos la Casa de Acogida para Mujeres con sus hijos pequeños. Ya teníamos una para hombres y existían en la ciudad otras para mujeres, y una casa cuna, pero ninguna con nuestras características. La posibilidad de tener la vivienda y unas normas de convivencia, pero libertad de horarios, no existía para mujeres con hijos que no fueran bebes”, nos cuenta María Rivas. La Obra social El Carmen trabaja para todas las personas, hombres y mujeres, pero hay cuestiones en las que las mujeres siguen teniendo su propia casuística y aunque, por ejemplo, el grupo de crianza empieza a ser igualitario los años les han hecho ver que el cuidado de menores sigue siendo responsabilidad de las mujeres y que ellas son todavía las grandes cuidadoras. Además, las mujeres también son más vulnerables en la calle y por eso recientemente han iniciado el proyecto de casa abierta para mujeres que les presta una zona de reposo asistido por personal femenino, ya que un alto porcentaje llega con una historia de acoso o abuso a sus espaldas y el objetivo de este proyecto es darles seguridad y tranquilidad.
Cuando el 13 de marzo de 2020 el país se paraba en seco por el estado de alarma a causa de la Covid-19 la Obra social El Carmen seguía sin aligerar el paso. “Nos reinventamos en horas para continuar dando atención a todas las personas a las que se atendía”, María es una de las trabajadoras sociales que aquel día se puso a trabajar mientras los demás frenábamos para que nadie se cayera en los peores momentos de la pandemia. El comedor se reestructuró para que las comidas fuera “take away” y aun dos años después sigue siendo restringido el uso del local para cumplir con las medidas sanitarias.
El impacto de social que ha conllevado la larga pandemia del coronavirus se detecta en cifras: de una media de 169 comidas diarias en 2019 se ha pasado a 212 en 2020 y se ha mantenido el número en 2021. También se han alargado estancias en las casas de acogida porque se han paralizado los procesos de inserción laboral y formativos de las familias para recuperar su autonomía económica. En general, ha aumentado la demanda de todos los proyectos porque la pandemia se ha traducido en aumento del riesgo de exclusión y pobreza en nuestra sociedad. Llama la atención que han tenido que prestar más servicios de gestión puesto que la telematización y digitalización de los procesos administrativos han arrojado un nuevo factor de desigualdad: no todo el mundo tiene acceso a internet disponible o la formación necesaria para realizar estos trámites; de hecho, la solicitud del Ingreso Mínimo Vital, del que son susceptibles beneficiarias estas personas, supone más trabajo para las trabajadoras del Carmen porque todo el proceso es digital.
Para quienes quieran ayudar María Rivas nos señala que “para ser voluntario hay que tener empatía, ganas de ayudar y un ratito de tiempo libre”. Los martes por la tarde se atiende y se entrevista a las personas interesadas y se les asigna proyecto en función de sus intereses, las necesidades de la organización y las cualidades personales.
Y si los voluntarios, casi trescientos, son importantes no lo son menos las donaciones ya que el 80% de su presupuesto deriva de fondos propios mediante la donación y la colecta de la misa del primer domingo de cada mes.
El último añadido de María, “que el trabajo social es una profesión muy bonita. Que ser voluntario y ayudar en tu tiempo libre es también super gratificante”. Así que si queréis hacer vuestro activismo más gratificante aquí tenéis una opción.














1 comentario
Maria Rivas · 27 de enero de 2022 a las 12:38
Muchísimas gracias por la entrevista!